miércoles, 2 de abril de 2014

Gonçalo M. Tavares


Cada hombre se considera portador de la melodía exacta,
pero una melodía no es el resultado de un problema
de cantidades, 
sino de uno más espinoso aún: un problema del alma.

Así pues, cada música responde
a la indecisión con la que carga una existencia:
¿renuncio a vivir o mato? ¿Lucho o me olvido
de lo que se puede inundar?

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