lunes, 30 de marzo de 2015

"El enamorado (IX)" - Benjamín Prado


Me acusas de quererte demasiado,
de que mi amor no ceda su sitio a la costumbre,
de desearte igual que el primer día.

Me pides más frialdad y el mismo fuego;
menos palabras dulces
y a la vez
que recuerde
que sin ti el sol / son / sólo
las tres primeras letras de la soledad.

Y yo,
que fui aquel cínico
para el que la certeza
no era más
que una de las opciones de la duda
y la verdad un cabo suelto de la mentira;
el que se conformaba con mujeres
de las que hoy sólo importa saber que no eran tú,
hoy no quiero otra cosa que amanecer contigo
cada día
con llamas en los ojos,
sin besos burocráticos,
seguro
de que nada urge tanto como no cambiar nada
y seguir junto a ti.

Pero no te confundas:
yo te ofrezco
avanzar sin llenarnos de caminos andados;
no ser nunca
los que al llorar escriben su nombre sobre el agua,
los que al reír
convocan
la tristeza a sus labios;
los que sienten el frío debajo de la piel.

Yo te lo ofrezco todo.
Pero no pidas menos,
mi amor,
ni te equivoques:
si me das a elegir entre perderte
por completo o estar conmigo en parte,
voy
a decirte
adiós.

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