– Mira, en el suelo crece
algo verde y poderoso.
Me levanta hasta el techo,
tan arriba que desapareces un rato.
Me miras las bragas desde abajo
y para sujetar rozas tímidamente
mis piernas.
Tu imagen parpadea
como el fluorescente
que he de cambiar.
Pienso: mejor si duele,
es necesario destruir las esperanzas.
Llevo mis palabras de melocotón
recogidas en el pecho: Voy a dejarte.
Se derraman por el suelo
y lees: te quiero.
El «ya» ha rodado hasta debajo de la cama.
El «no» se ha ahogado en el charco de sangre.
Vas a pensar que la muerte no es para tanto
No hay comentarios:
Publicar un comentario